Embarazo

Dolor de ligamentos redondos en el embarazo: cómo reconocerlo y remedios para aliviarlo

Los ligamentos redondos son dos cordones fibrosos y elásticos situados a ambos lados del útero que lo sostienen y lo mantienen en su sitio.

Durante el embarazo, estas estructuras ligamentosas se ven sometidas a tensión por el crecimiento del útero y, por tanto, pueden provocar dolor de vientre en uno o ambos lados, especialmente cuando la futura madre realiza movimientos bruscos y repentinos. Esto se llama dolor del ligamento redondo (o dolor del ligamento redondo cuando es bilateral).

Dolor de ligamentos redondos: ¿cómo reconocerlo?

El dolor de los ligamentos redondos es un síntoma bastante desagradable, que suele producirse en la parte baja del abdomen o en la zona de la ingle, y que es reconocible porque suele ser provocado o empeorado por el movimiento.

Sus características son muy variables. De hecho, puede presentarse como:

  • una breve punzada tras un cambio brusco de posición, un estornudo o una tos;
  • un dolor sordo y prolongado, por ejemplo después de un día de actividad física intensa.

Sin embargo, en la mayoría de los casos se trata de un dolor de estómago temporal que dura sólo unos segundos o se resuelve tras unos minutos de descanso.

Dolor de ligamentos redondos en el embarazo: ¿cuándo se produce y cuánto dura?

El dolor en el ligamento redondo se produce generalmente a partir del segundo trimestre del embarazo y desaparece después del parto. Muchas embarazadas comienzan a experimentarlo a partir de la semana 14.

Aunque es un síntoma muy extendido, no todas las futuras madres lo experimentan; se calcula que se produce en un 10-30% de los embarazos.

Dolor de ligamentos redondos en el embarazo: ¿cuáles son los remedios para aliviarlo?

He aquí algunos consejos útiles para prevenir la aparición de este síntoma o para aliviarlo cuando se produce.

  • Cambia de posición: cuando aparezca el dolor, siéntate o túmbate en el lado contrario al que te duele. También puedes probar a enroscar las piernas o tumbarte con una almohada entre las rodillas y otra bajo el vientre para soportar el peso del abdomen.
  • Tomar un baño caliente ayudará a aliviar la tensión y el malestar. También puede intentar aplicar una compresa tibia en la zona donde siente el dolor (teniendo cuidado de evitar el bulto).
  • Masajea la zona afectada: Esta práctica puede ayudar a relajar los músculos y reducir las molestias. También existen técnicas especiales de manipulación que pueden ayudar a reducir éste y otros síntomas típicos del embarazo, como el dolor de espalda. Consulte a su ginecólogo o a un terapeuta con experiencia en masajes prenatales para un tratamiento seguro.
  • Evita los movimientos bruscos: los cambios de posición repentinos pueden provocar o empeorar el dolor. Si tienes que estornudar o toser, intenta inclinar la parte superior del cuerpo hacia delante y doblar las rodillas para reducir la tensión en los ligamentos.
  • Apúntese a una clase de ejercicio prenatal: actividades como los estiramientos o el yoga pueden ayudar a mejorar la postura y prevenir o reducir el dolor.
  • Si las molestias interfieren en tus actividades diarias normales, puedes consultar con tu médico si debes utilizar un cinturón de maternidad para sujetar el abdomen o si debes tomar analgésicos para aliviar los síntomas.

Dolor de barriga en el embarazo: ¿cuándo hay que preocuparse?

El dolor en el ligamento redondo durante el embarazo es un síntoma que puede parecer muy alarmante para la futura madre, pero en realidad es completamente inofensivo. No obstante, en caso de dolor abdominal siempre es aconsejable consultar a su profesional para descartar la posibilidad de complicaciones.

En particular, se recomienda no dudar en acudir a su ginecólogo si su dolor de barriga presenta alguna de las siguientes características:

  • es intenso;
  • dura más de unos segundos;
  • no desaparece después de cambiar de posición.

Las mismas consideraciones se aplican también si el dolor en el abdomen se acompaña de alguno de los siguientes síntomas:

  • calambres abdominales de tipo menstrual;
  • contracciones (aunque no sean dolorosas) más frecuentes que cuatro en una hora;
  • dolor sordo en la parte baja de la espalda;
  • sensación de presión pélvica (como si el bebé estuviera presionando);
  • cambios en las secreciones vaginales (flujo mucoso, acuoso o con sangre);
  • fiebre, escalofríos, mareos, náuseas o vómitos;
  • dolor o ardor al orinar.