Embarazo

Toxoplasmosis en el embarazo: anticuerpos IgM e IgG y prueba de avidez

Contraer la toxoplasmosis en el embarazo, sobre todo en las primeras semanas, es un problema grave, por lo que una de las pruebas más importantes que se realizan al principio del embarazo es el test de toxoplasmosis, llamado «toxo-test».

¿Qué es la toxoplasmosis?

La toxoplasmosis es una infección causada por un parásito, Toxoplasma gondii, que completa su ciclo de vida en el huésped infectado. El mismo parásito puede infestar desde moluscos a mamíferos (incluyendo obviamente a los seres humanos) a través de la ingestión de carne cruda afectada, o bien por contaminación con heces de gato (que contengan el parásito), directa o indirectamente a través del suelo.

Durante el embarazo la infección puede traspasar la placenta y, en algunos casos, causar malformaciones o incluso el aborto o la muerte dentro del útero.

Por esta razón,  el test ya se recomienda a las mujeres que se proponen buscar un embarazo, antes del mismo, para comprobar su inmunidad al parásito. Así, ya se podrán tomar precauciones aún antes de encontrarse embarazada, en caso de que resulten necesarias.

La prueba consiste en un simple análisis de sangre en el que se detectarían con facilidad los anticuerpos generados en una posible infección previa.

Una vez embarazada, si la mujer no es inmune, será importante reaccionar rápidamente a cualquier sospecha de infección para descartar que la misma haya sido provocada por este parásito o, en caso positivo, actuar con mucha velocidad para evitar que la infección progrese y el riesgo para el feto aumente junto con las posibilidades de que el parásito atraviese la placenta y alcance el bebé.

Normalmente, la toxoplasmosis no presenta síntomas particulares que lo pongan en evidencia, sino que cursará como una gripe suave o un resfriado. La única forma de entender si ha habido una infección es a través de un análisis de sangre.

Infección por toxoplasmosis previa al embarazo.

Si se detecta una infección aguda por Toxoplasmosis durante la preconcepción , se recomienda esperar 6 meses antes de buscar el embarazo, hasta resolver la parasitación

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Diagnóstico de la toxoplasmosis durante el embarazo.

El análisis de sangre para detectar la toxoplasmosis analiza concretamente la presencia de Inmunoglobulinas IgG e IgM en sangre.

La presencia de un valor de IgG positivo indica que la madre ha pasado una infección previa. Si al mismo tiempo la IgM es negativa, se excluye la posibilidad de una infección reciente.

Sin embargo, si la IgM es positiva o tiene un valor dudoso, se necesitan más pruebas para comprender el momento de la infección. No siempre es posible concretar el período agudo de infección porque la IgM puede detectarse en sangre hasta 18 meses después.

IgM: se producen menos de 2 semanas después de la infección, alcanzando el pico de producción  de 2 a 4 semanas después del inicio de la infección; luego caen los niveles aunque sigan estando presentes en sangre, incluso después de 9 o 10 meses post infección. A veces se detectan más de un año después de la infección.

IgG:  se encuentran en la circulación sanguínea aproximadamente 2 semanas después de la infección, alcanzando su pico de 2 a 3 meses más tarde, para caer posteriormente. Pueden permanecer en sangre en cantidades menores, de por vida. Puede aumentar en caso de nuevo contacto con el parásito o por reactivación al reanudar un contacto con el parásito (en pacientes inmunocomprometidos).

Posibles resultados del test:

IgG negativo e IgM negativo : no hay infección en curso y no es inmune a la Toxoplasmosis, pues nunca la ha habido. Es necesario adoptar las precauciones mencionadas anteriormente y repetir la prueba en caso de sospecha de infección.

IgG positivo e IgM negativo : el paciente ha tenido la infección anteriormente por lo que ha desarrollado una inmunidad al patógeno. No habrá riesgo de nueva infección, salvo en casos de inmunosupresión, en los que podrá producirse la reactivación.

IgG negativo e IgM positivo: 

Esta situación puede explicarse de dos maneras.

1) Falso positivo para IgM

2) Posible infección aguda en curso (aún no ha habido seroconversión, es decir, aún no se han producido IgG).

Sería recomendable realizar una prueba de segundo nivel y repetir los exámenes después de unos días para comprender cuál de las dos hipótesis es la correcta, mientras que se evalúa la conveniencia del iniciar el tratamiento de manera preventiva con el especialista.

IgG positiva e IgM positiva: en estos casos, dado que la IgM como dijimos puede persistir en circulación durante varios meses después de la infección aguda, se prescribe una prueba de segundo nivel. De esta manera, es posible comprender si la infección fue antes del embarazo o, con el embarazo en curso, evaluar el riesgo fetal y mantener la gestación bajo control.

En el caso de infección durante el embarazo, se implementan protocolos precisos que incluyen el diagnóstico prenatal, la terapia y luego el control y seguimiento del bebé, antes y después de nacer.

Datación de la infección con pruebas de segundo nivel y test de avidez.

Si se detectan IgG y igM positivos en la prueba de Toxoplasma, es habitual utilizar pruebas de IgA (no muy específica), de electrotransferencia y de avidez de IgG.

La presencia de IgA indica una infección reciente de menos de seis meses.

Las pruebas de electrotransferencia (o inmunoblo) pueden poner en evidencia las seroconversiones en una etapa temprana (fabricación de Igs).

A partir de la prueba de avidez del igG, podemos obtener tres resultados:

Avidez baja / débil (0-20%): probable infección en curso

Avidez intermedia (20-30%): probable infección reciente

Avidez alta / fuerte (> 30%): la infección probablemente ocurrió más de 4 meses antes

Tanto en el caso de la avidez intermedia con en el caso de la baja, son necesarias investigaciones adicionales y la implementación de una terapia.

El riesgo de transmisión al feto aumenta con el avance del embarazo; en promedio 17% en el primer trimestre, 25% en el segundo y 65% ​​en el tercero. Más adelante, el riesgo es menor ya que las consecuencias clínicas en el feto tienen menor impacto, aunque nunca despreciables.

El riesgo de enfermedad congénita es del 13%, de los cuales el 7% es grave y el 6% leve.

terapias

Las terapias con antibióticos disponibles actualmente (por ejemplo, espiramicina) aún no han demostrado una efectividad del 100% para prevenir la transmisión al feto. La eficacia es mayor si la terapia se inicia lo antes posible después de la infección materna.

En el caso de infección fetal establecida, la combinación de pirimetamina-sulfadiazina (+ folatos) se usa actualmente (pero no en el primer trimestre del embarazo).

Fuentes y lugares para extender el conocimiento:

EpiCentro: Centro Nazionale di Epidemiologia, Sorveglianza e Promozione della Salute

CDC:   Centers for Disease Control and Prevention

Percorsi diagnostico-assistenziali in Ostetricia-Ginecologia e Neonatologia TOXOPLASMA GONDII a cura della Società Italiana di neonatologia

A J C Cook, R E Gilbert, W Buffolano, J Zufferey, E Petersen, P A Jenum, W Foulon, A E Semprini, D T Dunn, and Richard Holliman – Congenital toxoplasmosis further thought for food- BMJ 2000; 321: 142-147)


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